República Dominicana impone la Orden de Cristóbal Colón al autor peruano.
Peruano, español y... dominicano. Mario Vargas Llosa "aceptó" la tercera nacionalidad, la que metafóricamente le ofreció el ministro de Cultura de República Dominicana, José Rafael Lantigua, durante el acto en el que el presidente del país caribeño, Leonel Fernández, impuso al Premio Nobel de Literatura la Orden de Cristóbal Colón en el grado de Gran Cruz Placa de Plata.
El pasado martes, en una fresca y acogedora noche de nostalgias, de teorías literarias, de valoraciones democráticas, de esbozos de una trayectoria dedicada a la escritura y de alabanzas a su figura y a su influencia, el autor de La fiesta del Chivo recibió con orgullo y agradecimiento la condecoración en un país que tiene un "sentido proverbial de la hospitalidad, y que abraza a quien viene a él, hasta hacerle sentir como en su propia casa".
El Salón de Embajadores del Palacio Nacional dominicano congregó a literatos, académicos, políticos, empresarios, artistas, diplomáticos... Un numeroso grupo de personas que aplaudió, sonrió, se levantó del asiento y, al final, trató de estrechar la mano del Nobel, que llegó a la ceremonia acompañado de su esposa, Patricia, y de hijos, nietos y otros familiares con los que pasará el fin de año en una tierra de la que ya se sentía parte por afecto, "y de la que ahora ejerceré nacionalidad, la tercera que tengo", apuntilló cariñosamente al inicio de sus palabras de agradecimiento tras recibir el reconocimiento.
Como parte del protocolo, correspondió al ministro de Cultura abrir el acto. Y lo hizo con la mente puesta en una noche vivida hace 35 años en un templo cultural llamado Casa de Teatro, en la zona colonial de Santo Domingo. "De pie, en la última fila, asistí a la primera presentación pública de Mario Vargas Llosa en suelo dominicano, algo que marcó el inicio de la relación del autor con nuestro país". El fluir de su discurso transcurrió por menciones de varias de las obras del Nobel de Literatura, con especial atención para la que escribió hace 10 años sobre la dictadura trujillista. "La fiesta del Chivo es la novela fundamental de la era de Trujillo, la que mejor transmite lo que fue".
Lantigua, entonces, aterrizó en el presente para demostrar el vínculo entre el país y Vargas Llosa. Y lo hizo recordando que "en su discurso en Estocolmo, al recibir el Nobel, mencionó en dos ocasiones nuestra patria. Para resaltar sus valores democráticos y para afirmar que es uno de los países en los que se siente como en casa". Y tanto subió de emoción el tono del discurso, que, antes de terminar, el ministro se tomó la libertad, "con la venia del señor Presidente", de decir que "el de Mario es el primer Premio Nobel que recibe la literatura dominicana".
Le llegó al corazón al autor peruano. "Estoy conmovido por las palabras del ministro", dijo. "Ahora tengo tres nacionalidades". Aludió a su primera visita al país, "para colaborar con un documental. Tuve la oportunidad de recorrerlo y de hablar con muchas de sus gentes". Y le quedó ese gusanillo que contagia a quien llega a la patria de Pedro Mir y de Pedro Henríquez Ureña. "Tenía la necesidad de volver". Y lo hizo. Para hacer amigos, para disfrutar de los paisajes... y para investigar sobre la época de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961). "La fiesta del Chivo fue muy difícil de escribir. No es una antología, sino un libro de presente y futuro sobre lo que no debe volver a pasar en nuestra tierra", dijo. "Podemos decir que todos los pueblos de América Latina han sentido el horror de la dictadura, pero acaso ninguna se ha sentido con tanta ferocidad y crueldad como la de Trujillo". Y entonces rindió honor a un pueblo del que destacó su "espíritu de resistencia y heroísmo" frente al régimen de fuerza.
Con alusiones a la obra del dominicano Pedro Henríquez Ureña, al crecimiento democrático de República Dominicana y a su familia como inquilina de la tierra que le condecoró, llegó al final. "Haré todo cuanto pueda para no defraudarles".
Cuando ya todo el mundo estaba listo para dar paso al brindis, la espontaneidad ocasional del presidente Leonel Fernández hizo acto de presencia. Desde el podio, reiteró que el Nobel "lo hemos sentido como nuestro" y que se esperaba desde hacía 20 años, "por lo que se ha cometido un acto de justicia". El mandatario destacó la capacidad influenciadora del literato, llamó la atención sobre el aprendizaje "que hemos tenido a partir de sus teorías literarias y sus pensamientos filosóficos y políticos" y valoró la visibilidad que La fiesta del Chivo había dado a República Dominicana "en el mundo de las letras y en el de la curiosidad universal". Fernández afirmó que el pueblo dominicano se siente "honrado de que haya adquirido nuestro país como su tercera patria y ya haya fijado domicilio en él, esperamos que sus hijos y nietos tomen su antorcha de la dominicanidad. Estamos profundamente orgullosos de compartir con usted la nacionalidad de la patria más grande, que es América Latina".
El Salón de Embajadores del Palacio Nacional dominicano congregó a literatos, académicos, políticos, empresarios, artistas, diplomáticos... Un numeroso grupo de personas que aplaudió, sonrió, se levantó del asiento y, al final, trató de estrechar la mano del Nobel, que llegó a la ceremonia acompañado de su esposa, Patricia, y de hijos, nietos y otros familiares con los que pasará el fin de año en una tierra de la que ya se sentía parte por afecto, "y de la que ahora ejerceré nacionalidad, la tercera que tengo", apuntilló cariñosamente al inicio de sus palabras de agradecimiento tras recibir el reconocimiento.
Como parte del protocolo, correspondió al ministro de Cultura abrir el acto. Y lo hizo con la mente puesta en una noche vivida hace 35 años en un templo cultural llamado Casa de Teatro, en la zona colonial de Santo Domingo. "De pie, en la última fila, asistí a la primera presentación pública de Mario Vargas Llosa en suelo dominicano, algo que marcó el inicio de la relación del autor con nuestro país". El fluir de su discurso transcurrió por menciones de varias de las obras del Nobel de Literatura, con especial atención para la que escribió hace 10 años sobre la dictadura trujillista. "La fiesta del Chivo es la novela fundamental de la era de Trujillo, la que mejor transmite lo que fue".
Lantigua, entonces, aterrizó en el presente para demostrar el vínculo entre el país y Vargas Llosa. Y lo hizo recordando que "en su discurso en Estocolmo, al recibir el Nobel, mencionó en dos ocasiones nuestra patria. Para resaltar sus valores democráticos y para afirmar que es uno de los países en los que se siente como en casa". Y tanto subió de emoción el tono del discurso, que, antes de terminar, el ministro se tomó la libertad, "con la venia del señor Presidente", de decir que "el de Mario es el primer Premio Nobel que recibe la literatura dominicana".
Le llegó al corazón al autor peruano. "Estoy conmovido por las palabras del ministro", dijo. "Ahora tengo tres nacionalidades". Aludió a su primera visita al país, "para colaborar con un documental. Tuve la oportunidad de recorrerlo y de hablar con muchas de sus gentes". Y le quedó ese gusanillo que contagia a quien llega a la patria de Pedro Mir y de Pedro Henríquez Ureña. "Tenía la necesidad de volver". Y lo hizo. Para hacer amigos, para disfrutar de los paisajes... y para investigar sobre la época de la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961). "La fiesta del Chivo fue muy difícil de escribir. No es una antología, sino un libro de presente y futuro sobre lo que no debe volver a pasar en nuestra tierra", dijo. "Podemos decir que todos los pueblos de América Latina han sentido el horror de la dictadura, pero acaso ninguna se ha sentido con tanta ferocidad y crueldad como la de Trujillo". Y entonces rindió honor a un pueblo del que destacó su "espíritu de resistencia y heroísmo" frente al régimen de fuerza.
Con alusiones a la obra del dominicano Pedro Henríquez Ureña, al crecimiento democrático de República Dominicana y a su familia como inquilina de la tierra que le condecoró, llegó al final. "Haré todo cuanto pueda para no defraudarles".
Cuando ya todo el mundo estaba listo para dar paso al brindis, la espontaneidad ocasional del presidente Leonel Fernández hizo acto de presencia. Desde el podio, reiteró que el Nobel "lo hemos sentido como nuestro" y que se esperaba desde hacía 20 años, "por lo que se ha cometido un acto de justicia". El mandatario destacó la capacidad influenciadora del literato, llamó la atención sobre el aprendizaje "que hemos tenido a partir de sus teorías literarias y sus pensamientos filosóficos y políticos" y valoró la visibilidad que La fiesta del Chivo había dado a República Dominicana "en el mundo de las letras y en el de la curiosidad universal". Fernández afirmó que el pueblo dominicano se siente "honrado de que haya adquirido nuestro país como su tercera patria y ya haya fijado domicilio en él, esperamos que sus hijos y nietos tomen su antorcha de la dominicanidad. Estamos profundamente orgullosos de compartir con usted la nacionalidad de la patria más grande, que es América Latina".
IBAN CAMPO. Santo Domingo, República Dominicana (fuente: El País, Madrid).
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