martes, 21 de diciembre de 2010

Escritores chilenos escogen sus personajes favoritos


"La historia aplasta a los personajes de Vargas Llosa, pero no a sus conciencias". Con esta frase, el representante de la Academia Sueca invitó al escritor peruano a pararse a recibir el Premio Nobel, el viernes pasado.
Y es que la "fauna vargasllosiana", construida con alrededor de 17 novelas, cuenta con algunas creaturas tan singulares y tan bien construidas por el autor que llegan a hacerse de carne y hueso para el lector. Incluso, algunos se convierten en regalones.
De ello hablamos con escritores chilenos, siendo Zavalita, de "Conversación en La Catedral" el preferido.
Definitivamente lo es para Roberto Ampuero: "La novela está ambientada bajo la dictadura de Manuel Odría. Y el personaje está basado en un socialista de apellido Zavala Ceballos, muy activo políticamente, que fue compañero de Vargas Llosa en el colegio San Miguel. No me voy a referir al personaje como tal, que da para simposios y ensayos, sino a su gran pregunta cartiana: «¿En qué momento se había jodido el Perú?», que plantea al comienzo de la novela. Es una interrogante que trasciende al Perú y se ha convertido en pregunta patrimonial de todos los latinoamericanos que nos preguntamos, a la luz de resultados a menudo deprimentes sobre nuestro lugar en el mundo y nuestros déficits sociales y políticos, insolubles desde la Independencia, en qué momento se jodió América Latina. Constituyen una pregunta y un personaje para el bronce".
Mauricio Electorat afirma que son muy numerosos los personajes de Vargas Llosa que han pasado a la historia de la literatura. "Pero si tengo que elegir uno, me quedo con el Zavalita. En él se resumen las vicisitudes y tribulaciones de toda una generación, la que creyó en la revolución, la que se desencantó posteriormente de los mesianismos y la que se enfrentó, también, a la tiranía de las familias bienpensantes. Zavalita, de alguna manera, somos millones", sostiene este profesor de literatura de la UDP.
También es el favorito de Pablo Simonetti. "Es el personaje quebrado de las sociedades latinoamericanas, que está quebrado en sus pertenencias, porque es hijo de una familia más o menos oligárquica y al mismo tiempo ha renunciado a todo eso. Es el héroe quebrado de la sociedad peruana y, por extensión, de nuestras sociedades latinoamericanas".
"«¿En qué momento se jodió el Perú?» vale como apertura obligada para cualquier análisis de cualquiera de nuestros explotados territorios sudacas", agrega Jorge Baradit, otro fanático de Zavalita, junto con Patricia Politzer: "Mi personaje favorito no puede ser otro que este periodista y sus develadoras conversaciones en el bar La Catedral. A comienzos de los años 70, cuando creía que para nosotros las dictaduras eran asunto de novela, él era un personaje fascinante, como ejemplo de lo que podía llegar a ser un periodista en medio del horror. Cuando la oscuridad de la novela se hizo realidad en Chile, adquirió aún mayor valor, mostrando que fuera de la ficción también era posible ir tirando hebras que colaboraran a desentrañar realidades inimaginables. Zavalita fue también una contribución a la esperanza".
Pantaleón Pantoja, inolvidable

El que más recuerda, y aún sigue divirtiendo a Ramón Díaz Eterovic, es el protagonista de "Pantaleón y las visitadoras". Le llama la atención "ese militar rígido y lambiscón, que en la novela experimenta una profunda transformación de sus principios y de su forma de ser por el hecho de cumplir la orden de organizar un servicio de prostitutas en la selva. Toda su vida se trastoca y es consumido por la irracionalidad de las metas burocráticas y por la exuberancia de la selva y sus habitantes. Me divierten esos informes absurdos que escribe y su obsesión por establecer racionalidad administrativa al servicio que ofrecen las putas: tiempo, calidad, rendimiento, todas esas martingalas que hoy preocupan a los gerentes".
Escueta y precisa es Pía Barros: "Pantaleón, por el humor y el desacato de toda la novela, aunque el muerto Palomino Molero —de «¿Quién mató a Palomino Molero»— no anda mal".

Pedro Camacho, más conocido como el Escribidor
Elizabeth Subercaseaux elige dos: Pedro Camacho y la Tía Julia, ambos de "La Tía Julia y el Escribidor".
"El primero es completamente inolvidable, genial, tierno, nunca me he reído más con ningún personaje literario. Y a la Tía Julia la encontré encantadora y cómica. A ella también la llevo en la memoria con gran simpatía porque, años después, a la verdadera, Julia Urquidi —primera esposa del autor—, me la encontré en La Paz, cuando era ayudante del general Hugo Banzer. Yo iba a entrevistar a Banzer y ahí estaba ella, alta, morena, muy atractiva todavía, escribiendo un libro que se llamaba «Lo que Varguitas no dijo». La verdad es que me gustaron las dos, la de ficción y la que se picó a muerte cuando Mario Vargas Llosa se fue con la sobrina y se atrevió con un libro donde, dentro de la rabia y el despecho, también había algo de ternura y mucho amor por él".
Otra autora que opta por Camacho es Carla Guelfenbein. "Es un escritor de radionovelas, excéntrico, diletante, emotivo, que va adentrándose en la piel del lector con sus historias tremebundas y aparatosas. Poco a poco no sólo comienza a mezclar una ficción con otra, sino que también la vida con la ficción hasta hacer desaparecer los límites, proponiéndonos en su delirio una versión de la vida que no nos resulta ajena".

Mayta, el poeta, Varguitas y el celta
Son muchos los personajes entrañables en la obra de Vargas Llosa, opina Antonio Gil. "El Escribidor, Pantaleón, pero conminado a escoger uno, me quedo con Mayta", afirma decidido. "El es el idealismo y el voluntarismo encarnado en un ser acribillado de dudas y miserias, un militante obsesivo que intenta una absurda intentona de revolución trotszkista con un puñado de estudiantes de los salesianos en un poblachón perdido de la sierra peruana. Un militante gay integrado a un grupúsculo machista que se juega el todo por el todo en una jugada imposible. Un ser al garete, naufragando, cargado de humanidad y de ternura".
Una elección diferente es la de Alberto Fuguet. "Mi preferido es Varguitas, que es él, en «La tía Julia y el Escribidor», seguido de él mismo en «El pez en el agua», que son sus memorias. Esos dos personajes me encantan. Es el tipo que desea ser otro y desea ser escritor aunque tenga todo en su contra. En «El pez en el agua», además quiere ser Presidente. Estos dos personajes, además, son muy Vargas Llosa, en el sentido de que son capaces de cualquier cosa, menos matar, por lograr su objetivo. Son fanáticos y entrañables".
A Manuel Silva Acevedo, en cambio, lo cautivó en los años 60 el joven cadete Alberto Fernández, "el poeta", de "La ciudad y los perros". "Lo interesante es que se enfrenta a toda la estructura rígida, militarista y, en general, a toda la sociedad peruana. En los 60, para mí era bastante emblemática esa postura, también para Vargas Llosa, aunque después se puso más conservador".
Marta Blanco se divide entre cuatro: Pedro Camacho, Mayta, Varguitas y confiesa su gusto por Roger Casement, el protagonista de "El sueño del celta", la última novela de Vargas Llosa. "Es tan solo, tan misterioso, tan levemente amargo, homosexual, espía y ser humano lleno de pliegues y talentos, de pequeñas perversidades y contado en tres escenarios extremos. Muy bien logrado".

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