miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL PERÚ SOY YO


Después de leer diversos artículos sobre la vida y obra de Mario Vargas Llosa, a raíz de recibir el Premio Nobel, no queda duda de que se trata de un peruano de pura cepa. Durante la campaña de 1990, curiosamente se vendió la idea de que era un peruano a medias, alto, blanco y pituco, radicado en Europa, que desconocía los dramas de su terruño. En cambio, Alberto Fujimori era presentado por la prensa oficial como un peruano auténtico, que conocía de nuestra idiosincrasia y se desenvolvía como pez en el agua en costa, sierra y selva. Nada más falso. Mario Vargas Llosa es, como él mismo lo afirma, el Perú.
El rey sol, Luis XIV, fue quien dijo: "el Estado soy yo", pero lo dijo como si fuese una apropiación del estamento político por naturaleza. "El Perú soy yo", pronunciado con emoción por Mario Vargas Llosa, alude a la idea de nación, a la diversidad cultural que nos constituye. Representa la figura del recipiente, que recibe una vasta tradición, una lengua que almacena, recrea y revive en la polémica intelectual.
La identidad, la historia y la posibilidad de futuro es un tema que nos concierne y ha sido abordado, como corresponde, en la obra de Mario Vargas Llosa. De todos los escritores peruanos solamente con uno mantiene una relación entrañable: con José María Arguedas, quizá el compatriota más sufrido y humillado, el único que tuvo una visión interior del indio. "Un escritor responsable –afirma Vargas Llosa– escribe siempre a partir de una experiencia y los modernistas no tenían la menor experiencia de lo indígena".
Si Zavalita, su personaje más cercano, es Vargas Llosa, su drama equivale al drama del Perú y el drama del Perú es el suyo propio. "Él era como el Perú, Zavalita, se había jodido en algún momento. Piensa: ¿en cuál?". "El Perú jodido, piensa, Carlitos jodido, todos jodidos. Piensa: no hay solución". Las reflexiones son ambivalentes, pues provienen tanto del narrador como del personaje, eso no queda del todo claro, pero lo cierto es que la interrogante atraviesa tanto el destino del país como el de Zavalita en un acoplamiento desgarrador.
Mario Vargas Llosa nos lo ha recordado una vez más: ser un peruano de corazón, un peruano bueno, significa hacerlo a través de nuestros ríos profundos, aquellos vasos comunicantes que permiten acercarnos a ese tronco común y existir, querernos y respetarnos.
Fuente: Abelardo Sánchez León (El Comercio, Lima)

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