miércoles, 4 de mayo de 2011

Espero con impaciencia a que venga el nuevo Premio Nobel de Literatura a relevarme de todas las obligaciones...

"Espero con impaciencia a que venga el nuevo Premio Nobel de Literatura a relevarme de todas las obligaciones que acompañan al premio, sobre todo las mediáticas, que nunca creí que fueran tan exigentes y destructoras de la rutina del escritor"

Han tenido que pasar 40 años para que el Doctor Mario Vargas Llosa firmara su tesis doctoral, "Gabriel García Márquez: lengua y estructura de su obra narrativa", calificada con un sobresaliente cum laude, con fecha 25 de junio de 1971. Convertido en Premio Nobel de Literatura, el escritor ha vuelto a los pasillos de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) que recorrió de veinteañero para cubrir este trámite y reencontrarse simbólicamente con el que fuera su gran amigo hasta hace 30 años y a los que la política enemistó.

En esta visita "nostálgica y muy bonita", como la ha calificado el doctor Vargas Llosa, la Facultad madrileña le ha entregado una "maravillosa" encuadernación de su tesis aprovechando la celebración de la I Semana Complutense de las Letras, centrada en la figura de tan ilustre exalumno.

En una maratoniana visita, siempre acompañado de su esposa y rodeado de autoridades académicas, periodistas y alumnos curiosos, el autor de Conversación en la Catedral (1969) ha inaugurado también una exposición dedicada a su obra -"Entre los libros de Vargas Llosa"- en la biblioteca del centro, en la que seguro que el hispano-peruano dedicó algún tiempo a preparar su tesis o a hincar los codos para obtener años antes, entre 1958 y 1959, el brillante expediente académico que Filología también exhibe.

"Literatura española (s.XVII al XX) -- Sobresaliente; Comentario estilístico de textos españoles -- Sobresaliente; El Buscón en la novela picaresca -- Sobresaliente; El archivo de Rubén Darío y la Literatura Hispanoamericana -- Sobresaliente", puede leerse en sus calificaciones, que Vargas Llosa ha repasado con una sonrisa de alivio.

"Yo tenía un poco de temor cuando me dijeron que iban a exponer mis notas porque me preguntaba con qué me iba a encontrar, pero estoy muy orgulloso de mí mismo. Veo que tenía varios sobresalientes, lo que quiere que vine y estudié de verdad", confesaba el Premio Nobel a la prensa.

Años de juventud en Madrid

El escritor llegó a Madrid con apenas 22 años, becado por la Universidad Complutense, cuando apenas había publicado unos cuantos cuentos y aún temía que "los trabajos alimenticios me comerían gran parte de la vida y sólo podría dedicar un resquicio pequeñito a la literatura".

Entonces vivía -ha recordado- en una pensión en la calle Doctor Castelo, cerca del Parque del Retiro, y se desplazaba en tranvía hasta Moncloa y luego allí cogía otro de la Universidad que lo llevaba hasta el campus. Tenía clases por la mañana y las tardes libres y, pese a su brillante expediente académico, tenía tiempo de escaparse a la cafetería siempre a las 11.00 de la mañana para comerse un bocadillo de tortilla de patatas que costaba una peseta, "aunque tengo la impresión de que la vida está un poquito más cara que entonces".

Vargas Llosa, que recuerda estos años como "una experiencia muy bonita", disfrutaba con las clases del poeta, crítico literario y Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Carlos Bousoño, al que sigue llamando "maestro". "Dictaba un curso sobre la teoría y la expresión poética y, a la vez, iba revisando y añadiendo cosas a la primera edición de su libro. Su curso tenía un gran éxito porque era un gran expositor y había que venir temprano para alcanzar asiento porque sino uno se quedaba de pie el resto de la clase", cuenta el Premio Nobel.

También asistía a las interesantes clases de Antonio Oliver, el poeta y crítico literario que justo en esa época rescató y catalogó el archivo de Rubén Darío, que guardaba su última mujer, Francisca Sánchez del Pozo, en un pueblecito de la Sierra de Gredos. "El curso era sumamente interesante porque utilizaba todos los documentos recién descubiertos que la viejecita, a la que pude conocer ese año, había guardado devotamente", explica.

Uno de los primeros trabajos sobre la obra de Gabo

Años después, entre 1970 y 1971, Mario Vargas Llosa dedicaría "mucho trabajo y con mucho gusto" a la tesis doctoral sobre la obra de Gabriel García Márquez, que abarca desde sus primeros textos, cuentos y novelas hasta Cien años de soledad. "Me imagino que debió ser uno de los primeros trabajos sobre la obra de de García Márquez, que solo entonces empezaba a ser muy conocida en Europa y en toda América Latina", señala el doctor en Filología.

También tiene palabras de admiración hacia el que fuera director de su tesis, el filólogo, lexicógrafo y escritor Alonso Zamora Vicente, "un gran maestro y gran amigo que tenía un amor apasionado por la literatura, como crítico y como creador, y que era un maestro en toda la extensión de la palabra porque su magisterio era permanente". "Era un hombre extraordinariamente cordial y con verdadera pasión por la enseñanza y me ayudó mucho con mi tesis", asegura el también Premio Príncipe de Asturias de las Letras, que también se confiesa alegre por la desaparición "de uno de los más grandes criminales de nuestra época", Osama Bin Laden.

A Mario Vargas Llosas le brillan los ojos al recordar esta feliz época de juventud en un Madrid que reconoce como "parte central" de su vida y en el que empezó a soñar con convertirse en el gran escritor que es hoy, pese a que las obligaciones del Nobel aún le impidan retomar su rutinaria vida de escritor. "Espero con impaciencia a que venga el nuevo Premio Nobel de Literatura a relevarme de todas las obligaciones que acompañan al premio, sobre todo las mediáticas, que nunca creí que fueran tan exigentes y destructoras de la rutina del escritor".

Palabra de Nobel. Palabra de Doctor.

Fuente: www.rtve.es


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